Se pueden distinguir entre dos tipos:
- (indicadores de resultado) los que nos miden la consecución del objetivo
- (indicadores de causa) los que nos miden el impacto de las acciones que estamos haciendo para conseguirlo .
Veamos un ejemplo, si tenemos como objetivo “aumentar la capacidad comercial” de nuestros vendedores, podemos utilizar el número de visitas mensuales, el incremento medio de las ventas y el tanto por ciento de oportunidades que se convierte en ventas, como indicadores de resultado, y las horas de formación por comercial , como indicador de causa. Este conjunto de cuatro indicadores nos darían información del nivel y causa de la consecución (o no) del objetivo marcado.
Ahora nos tocaría fijar las metas (¿hasta donde queremos llegar?). Deben ser metas posibles para no desmotivar pero a la vez ambiciosas para que nadie se relaja.
Por último debemos definir las iniciativas, acciones concretas con las cuales pretendemos alcanzar nuestras metas y nuestros objetivos.
Muchas implantaciones de Balanced Scorecard se han quedado solo con el elemento de cuadro de mando integral, es por esto que algunos autores han llegado a equiparar los términos. A mi me gusta mantener esta distinción ya que es esta diferencia lo que hace que el BSC sea todo un sistema de gestión estratégica y que no se convierta tan solo en un sistema de gestión táctica.
Y con este post termino la serie sobre BSC
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